Nombres y datos de la Comunión Tradicionalista en Pontevedra durante la II República y la Cruzada del 36
La Comunión Tradicionalista tuvo una cierta presencia en la Pontevedra de los años treinta. En los habituales trasvases de militancia dentro de la derecha pontevedresa, había recibido aportaciones procedentes de la URD (Unión Regional de Derechas), partido que luego se integraría en la CEDA, de carácter conservador, regionalista y gremialista. En este sentido, destaca José Torres Salgueiro, de Salcedo que funda el Círculo Tradicionalista local y acuerda la constitución de las Margaritas, que harían diversas aportaciones destinadas a los requetés del frente.
Las margaritas pontevedresas estaban presididas por la señorita Rosa Fernández Conde e integrada por damas de familias muy conocidas de la derecha local, en grande parte mujeres o familiares de los dirigentes masculinos del carlismo. Así encontramos la Asunción Giráldez de Losada (Vicepresidenta), Luisa Vázquez de Silva (secretaria), Lucía Patiño de Novoa, Concepción Herreros Corrales, Mª Eugenia Molinos de Nores y otras con apellidos tan conocidos como Mucientes, Lino, Puig, Arines, Losada, Hevia, etc., que afirman trabajar «con todo entusiasmo porque las Santas Tradiciones españolas vuelvan a imperar en España» (Diario de Pontevedra 23-1-37).
La recogida de donativos se canaliza a través de la organización Socorro Blanco Tradicionalista y, a modo de ejemplo, en el listado correspondiente a 19 de agosto del 36, aparecen cosas como: ¡Viva el requeté!, 10 pta; ¡Vivan los valientes!, 15; un requeté que de la todo lo que tiene, 2,50...
La campaña de recogida de donativos consigue su culmen con la expedición destinada a los requetés gallegos de la Compañía del Apóstol Santiago, que combatían en el Guadarrama y que, en agosto del 36, reciben los mismos llevados por una expedición pontevedresa. La repercusión de la misma fue grande y estuvo formada por dos vagones, cuatro camiones y tres turismos. En su salida (11 de agosto) fue despedida por el general José Iglesias, aún comandante militar de la plaza, e iba mandada por el alférez de complemento de artillería Enrique Munáiz.
En el Diario de Pontevedra del 19 de agosto del 36 figura la «Crónica de un requeté» en la que nos cuenta las peripecias de la expedición.
En la misma figuran tres curas: Marcelino Torres Villar, Camilo Fontenla y Liborio Coco Morante. Los tres «van con el reverente deseo de ser incorporados a las filas de combate en el frente de Guadarrama». Liborio Coco procedía de Cambados; Camilo Fontenla era párroco de S. Bartolomé y, según los periódicos de la época, tiene un comportamiento destacado en la frente, tanto de sacerdote como de soldado:
«D. Camilo es algo extraordinario en el frente [...] el es el ánimo y aliento del soldado en el solemne momento del combate [...] no atiende tan sólo a los soldados que luchan por España, sino que corre con presteza en auxilio de los rojos que caen en la pelea, consiguiendo con su arrebatadora simpatía, reconciliar la algunos de estos».
«Había sido voluntario en el frente formando con orgullo y honor en el puesto de vanguardia y de donde retornará cubierto de laurel y gloria». ( Él Progreso, 25-10-36).
Marcelino Torres Villar, originario de la zona de Caldas, conocido por Miss Clero por su físico, era consiliario del requeté pontevedrés y vicario de las monjas clarisas del convento de Santa Clara (donde resurgió en Pontevedra la Misa de siempre hasta el cierre del convento). De su fervor patriótico puede ilustrarnos lo que escribe Evaristo Mosquera («Cuatro corderos a bordo de una isla». Ed. del Castro. Sada, 1984):
«Se ofreció [Torres] al Jefe del destacamento con estas lo parecidas palabras: Tengo uno arma y puedo venir en cualquier momento que me llamen. No me importa dejar seco a cualquier rojo que aparezca».
Otro cura en la misma onda carlista fue el regente de Salcedo, Jesús García Gómez, que en octubre de 1936 pide autorización para marchar con los requetés al frente de combate.
No deja de ser curiosa otra iniciativa de los tradicionalistas cuando, en los primeros meses del golpe, se cuidaba inminente a toma de Madrid y toda vez que «el estado de destrucción y miseria de un modo especial en el aspecto espiritual, en que ha de encontrarse Madrid, no es para sorprender a nadie conociendo la lana furia masónica que allí ha imperado...». (Diario de Pontevedra, 1-10-36).
Propusieron la formación de equipos de varios sacerdotes preparados para atender las necesidades espirituales de los madrileños. Irían proveídos de un altar portátil con todos los utensilios anexos. Galicia habría asignado un altar presidido por el Apóstol Santiago en la glorieta de Cuatro Caminos; la junta formada a tal efecto en Pontevedra estaba presidida por el comisario de guerra Álvaro Losada, junto con Leopoldina García Solís, Rosa F. Conde, Rafael y Manuel Sáenz, Antero Marescot entre otros.
En el momento del golpe, los carlistas tenían el local en la calle de García Camba 3, y prestaban guardia en la emisora de radio local, el incremento de afiliados hizo insuficiente este local y se trasladaron la un edificio de los maristas en Campolongo. Para ingresar en sus filas era necesario, en todo caso, «informes de sanas costumbres». El instructor militar era el capitán Martínez. La composición de la Junta Carlista de Guerra en septiembre del 36 era a siguiente: Comisario de guerra: Álvaro Losada Fernández; secretario general: César López Canabal y los delegados: de requetés, Emilio Lledós (capitán de la G. Civil); de intendencia, Octavio Gómez Cervela; de sanidad, Enrique Marescot Iglesias; religioso, Manuel Vázquez Millares; de propaganda y prensa, Manuel Artime Prieto; de hacienda, Carlos Reguera; de enseñanza, Luis Pintos Fonseca; de investigación, Antonio Iglesias Garcés e inspector de requetés el capitán de infantería Alfonso Martínez. También contaban con la Agrupación Escolar Tradicionalista (A.E.T.) de la que fue presidente Hipólito Codesido. César López Canabal, personaje muy conocido entre los agricultores de la posguerra, pronuncia una charla radiofónica en la emisora local (26-1-37) con el título: «Una Fe, una Patria, un Imperio». Su hermano Jesús, también requeté, muere en la frente en septiembre del 38. En la posguerra, Canabal ocuparía el cargo de secretario de la Cámara Oficial Agraria (COSA). También era carlista el funcionario de prisiones Fernando Lago Búa, director del penitenciario de San Simón.